
En aquel momento, ya teníamos los tres hijos de 4, 2 años y 15 dias la bejamina. Una vecina vino a conocer a la niña y le trajo un regalo muy especial: un jilguero dentro de
una jaula blanca, que hizo mucha ilusión a los dos mayores, pero que dejó indeferente a la pequeña , y que a mi me disgustó. Quiero a los pájaros y a todos los animalillos en general. Pero en aquel momento que estaba a tope de fanea con los tres chiquillos, y lavando gassas y preparando biberones, a todas horas... solo me faltaba ocuparme del pájaro.
Y éste como si adivinara mi enojo, cantaba y cantaba sin cesar. Cuanta mas algarabia hacian los niños, el cantaba más fuerte. Solo paraba en la hora de la siesta y a la noche.
Se habia adaptado perfectamente al horario de la família.
Un buén dia, por la mañana abro la jaula par dejarle su comida, y me lo encuentro patas arriba, completamente seco. Nunca supimos que el ocurrió. Los dos hijos mayores, les costó una llorera de Padre y muy Señor mio y tuve que decir alguna mentirijilla, y dejar al jaula abierta en el balcón con comida por si venia oro pájaro.
A los pocos dias, mis hijos mayores empezaron a ir a la guarderia. y la casa recupereó la tranquilidad y el silencio, y cuando estaba sola con la pequeña dumiendo o nó, solo hacia que pensar en el jilguero. Ya me habia acostumbrado a sus cantos, y gorgojeos, hasta yó misma lloré por su ausencia.