Questión de palabras
Con acertado criterio escribí un artículo, no hace mucho en el que expresaba mi regocijo y al mismo tiempo mi preocupación por la cantidad de palabras nuevas que nos van llegando como y en consecuencia del virus Covid-19 o Corona Virus. Ademas nos estamos acostumbrando a usarlas a una velocidad espantosa Y por si fuese poco también nos hemos aprendido los nombres y apellidos de los doctores, consejeros y ministros especialistas, portavoces del Gobierno mucho mas enterados y duchos en el tema. Y sobretodo de conocernos al dedillo todas las marcas y los labratorios que ponen en circulación las tan esperadas vacunas. Pronto se podrá escribir un libro sobre la síndrome de la cueva, cuyo título es muy apropiado, y hasta daría para el de una película.
Ahora sabemos lo que es una desescalada. y estar confinados. La utilidad de una burbuja y ahora nos vienen con la síndrome de la cueva, que resulta ser como el síndrome d’Estocolmo pero algo parecido. Digamos que en ambos casos la víctima ya sea hombre o mujer, permanece un tiempo encerrado. contra su voluntad. Aunque por las pesquisas de nuestra amiga Neo parece más peligroso el sindome de la cabaña porque puede alterar el normal funcionamiento del cerebro dañándolo de gravedad.. Así pasa siempre que van surgiendo acontecimientos o desgracias naturales, vamos acuñando palabras nuevas para dar trabajo a los Sres. Académicos que se sientan en sus famosas sillas y que si no fuera por este quehacer, y el de la limpieza y sacarle brillo y esplendor a las palabras, sus señorías no tendrían su razón de ser.
dimecres, 12 de maig del 2021
SÍNDROME DEl VOCAVULARIO
divendres, 7 de maig del 2021
PRIMAVERA ES = A BUEN TIEMPO
Hoy vamos de excursión.
Ha llegado el buén tiempo y lo primero que uno piensa en el campo.y el aire libre. Allí nos gustaba estar a mi marido y los hijos. y otro matrimonio con su hija Allí se habíann jugado incontables partidos de fútbol mientras las chicas. preparàbamos las bebidas y alguna cosa para picar. Lo malo es que todo el mundo le apetecía lo mismo y si queríamos encontrar sitio, había que madrugar un poquito más, pero no nos importaba. Ïbamos casi siempre al mismo lugar, entre la brisa de los àrboles y la sombra que después, el mismo sol. nos permtia echar una siestecita después de comer.y los arboles y nos protegian de sus rayos ultravioleta, para que no dañaran nuestra piel, delicada
y lechosa de tanto tiempo sin pasar un día completo a la intemperie
Un buen dia vino un auto que por lo visto no había encontrado otro lugar libre, y se encaro hacia nuestro rincón con ganas de pocos amigos. La abuela solo decía desde le asiento de atrás: “Er campo es toos, Er campo es de too er que venga. y no hay namás que desí” nuestro grupo de ocho personas, aún no había abierto la boca, decidimos que no nos ibamos a mover, y así lo hicimos. Resultó que ellos tampoco se marcharon, y comimos unos al lado de los otros, casi metieno la nanriz en nuetro plato, con lo cual no pudimos, lucir nuestro mantel de cuadors rojos y blancos. Y tampoco pudimos tomar el sol, ni jugar libremente a lo que nos epeteciera. Un experiencia nefasta, que nos aguó el domingo, a ambas familias. Al siguiente domingo llovió a mares.