Mudanzas
Alicia empezó por la mudanza de sus ideas, más tarde siguió con los sentimientos que la agobiaban de una manera atroz. Por fin abrió una caja de cartón y empezó a meter en ella cosas que no le importaban nada. Su hijita, en cambio, estaba eufórica. Ver cómo se empezaba a desmontar una casa era algo mágico. Iba de allá para acá tocando todo y dando saltos de alegría. Por esta razón ni se daba cuenta que las lágrimas corrían abundantes por la cara de Alicia. Era tal su desespero que a cada cosa que envolvía se apartaba de dónde estaba la niña para que no se percatara de su estado. Una hora más tarde entró en la habitación que había sido la suya, desde hacía cinco años, y allí ya se
desplomó y dio rienda suelta a su pena. Lloraba desconsoladamente, por tener que irse, aún quería a su marido, y lloraba sobretodo, de rabia porque él se había ido de vacaciones con su secretaria que és lo que suele ocurrir en estos casos.
Una pelandrusca del tres cuatro, no tuvo reparos en romper una familia, que hasta aquel momento, eran felices
De golpe, se detiene de recoger trastos, coge a la niña en brazos y sale a las calle, para aclarar las ideas, empieza a andar y entra en el bar de la esquina y pide 2 helados de cochocolate en copa adornados con muchas chuches y frutos del tiempo. Habia decidido hacerse okupa.... de su propia casa. Por nosotras!!!, la niña la miro extrañada y dijo Siiiiiiiiiiiiiii!!!!!
dimarts, 30 de juny del 2020
divendres, 26 de juny del 2020
dimecres, 17 de juny del 2020
CADA JUEVES UNA HISTORIA
Nuestra compañera Neogéminis, nos invita de nuevo a escribir sobre textos escritos por autores famosos. Yo he elegido una frase de Vicente Blasco Ibáñez que reza: "Las caras rojas barnizadas por el sol, brillaban con el reflejo de las llamas del hogar".
DE LOS TIEMPOS OLVIDADOS.
Modesto llegaba del campo de pelearse con las cabras. Tenia un rebaño pequeñito que ayudaba a proveerse de lo mínimo imprescindible que nescesitaban, para pasar los duros inviernos que por allí se daban. El y Concha, eran padres de cuatro criaturas, que entre todos ocupaban medio banco, aquel viejo asiento de ni se sabe quién y en qué siglo lo habría colocado allí, y que era el lugar preferido por todos. Cuando el padre llegaba de su trabajo, los chicos y la madre le dejaban el sitio al hombre que venia muerto de frio y además hambriento. Hasta lo gatos que dormian plácidamente debajo de los piés de los peques huian miolando espantados, como alma que lleva el diablo.
Nunca se olvidaba de dar un beso a su mujer, y a los chiquillos. Concha no tardaba en presentarse, con un plato de comida caliente con que era lo que más necesitaba.
-- Hoy he pasado un frio del demonio. A media mañana, se ha puesto a soplar un viento y lluvia que me ha calado hasta los huesos. Haber si podemos comprar un sayo nuevo, en la feria.que me hace mucha falta, este que tengo ahora está hecho añicos.-
Y yo estaria mas tranquila sabiendote bien abrigado detras del rebaño por estos mundos de Diós.
Las caras rojas barnizadas por el sol, brillaban con el reflejo de las llamas del hogar".
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