Encontrar cosas extraviadas
Los primeros frios hicieron su aparición justo al
empezar el otoño. Marisa abrió el
armario de la ropa de invierno, descolgó
una chaqueta, que haría por lo menos dos años que se la ponía, y se la tiró por
encima de los hombros. Cogió las llaves
y salió por la puerta diligentemente. La esperaba su chico, que era un hombre
elegante, con muy buena planta que lucia una ropa sport, que le sentaba como un
guante, Se besaron, y dándose el brazo empezaron a caminar sin rumbo fijo.
Hablaban de cualquier cosa pero al verlos, nadie hubiera
dudado que estaban muy enamorados.
Se sentaron donde solían, en
un Pub que se hallaba en la otra calle y pidieron Gin-tonics, para los dos, que era asimismo su
refresco preferio , él la abrazó dulcemente y puso de forma casual, su mano en
un bolsillo. Notó como una tela áspera, y seca y con un gesto de rechazo y sin pensar la sacó a
la luz. Marisa se puso de todos los colores, y no sabia donde ponerse. Tuvo un
descuido, que jamás pensó que tuviera
tan graves consecuencias. El recuerdo de una noche loca en la intimidad de un coche utilitario, quedaba encima de del
sofá.