PERDERSE EN UN CEMENTERIO

Cementerio judio de  Praga.(Foto propiedad de Internet)

El Camposanto, estaba desierto. Nada se oia, escepto aquel irritante siseo de los cipreses mecidos por el viento. Entré solo y porqué no me habia despedido de mi fiel compañero, fallecido solo una semana, mientras yo estaba de viaje.  Anduve un buen rato, dentro de aquel lugar tan fúnebre, lleno de flores de plástico, ajadas y descoloridas. Solo me tropecé con el guardia, al que pude preguntar por la tumba  de mi amigo Ernesto, que lo habian llevado allí después de su triste final. Pensé en lo soliario del lugar, él que era un hombre siempre acompañado, y hasta imaginé que alguna cosa tramaria para salir de alli. Llegué al sitio señalado por el hombre que ya me costó mucho encontrar. Permanecí de pié unos minutos delante de aquel vacio y coronas marchitas y cuando quise darme la vuelta ya anochecia. Empecé a correr pasillos, atajos, calles sin salida, y dando tumbos por aquí y por allí no encontraba por donde marchar. Empecé a sentir pánico, era una mal sueño pensaba. Dentro de nada despierto. Pero nó. Fué el hombre que me habia visto entrar, el que salió en mi busca hallándome sentado en el suelo completamente inundado des sudor y lágrimas.
No era el primero que se perdia en aquel laberinto de muertos,  dijo.

Mas entierros y duelos en lo de CHARO