CONTANDO SEMANAS (2 DE 52)

 DESENCUENTROS

La había encontrado en una taberna del barrio de pescadores. Su aspecto desaliñado y su mirada perdida y láguida, le decían a gritos que se acercara, que  lo necesitaba urgentemente.  Se acercó  despacio, por si se equivocaba en sus apreciaciónes. Pero no; pocas veces un hombre no acierta lo que significa un gesto y una mirada como aquella. La tomó por un brazo con gesto brusco pero altivo y la sacó a la pista donde varias parejas inventaban a cada compas del bandoneón, pasos imposibles de tango. Ella  no se hizo de rogar y al primer moviendo le ofreció sus labios, que permanecieron juntos sin rozarse, mientras sus piernas se iban cruzando y sus ojos no  paraban de mirarse hasta lo más profundo  de sus pupilas. Como dos locos hipnotizados, por la envolvente música de Gardel, estuvieron bailando toda la tarde-noche, hasta que sus fuerzas, les dijeron basta, y rendidos se fueron a casa de él para acostarse. A la mañana siguiente, un silencio absoluto llenaba, el apartamento. Ella había desaparecido sin dejar rastro. Por mucho tiempo que estuvo buscándola, todo fue en vano. Sin dejarle  saborear el encuentro se tuvo que conformar con el desencuentro.