Ritos culinarios
Es verdad que después de una buena compra lo que más apetece es meterse en la cocina y preparar unas buenas viandas. Y esto es lo que me proponía yo aquella tarde de sábado, porque al día siguiente venían a comer mis cuñados, y quería quedar bien. Puesto que ellos en el fondo son unos grandes sibaritas. Así que me lo tome con calma y me dispuse a hacer cola a la parada del mercado donde el género es el más fresco del lugar, según dicen. La verdad es que las cigalas caminaban marcha atrás por encima del mostrador, como si fueran cangrejos.
Al día siguiente me dispuse a freír cuidadosamente todos los ingredientes incluidas las verduritas. Dejé que cociera todo un poco. Una vez hecho este primer paso, me dispuse a poner la mesa para catorce personas, entre grandes y pequeños, con la vajilla buena y la cubertería de plata con alguna cenefa de flores naturales para adornar y unas cintas bicolores que tengo en abundancia. Quedó un mesa preciosa. Yo me las prometía muy felices y empecé a preparar el aperitivo. Teníamos que beber y comer un poco para preparar el estómago para un plato tan exquisito y esperado.
Llegaron los invitados a su hora y todos entraron en la cocina atraídos por el olor que tan buen sabor prometía.
Eché el arroz y me agregué a los que tomaban el aperitivo, y nos pusimos a charlar animadamente. Cada tres o cuatro minutos me levantaba para acercarme a los fogones con el propósito de vigilar la cocción que iba según lo previsto. A los 15 minutos puse la tapadera, un trapo limpio de cocina y unos gajos de limón y me dispuse a salir con la paella en la manos y cantando “Tachán Tachán Tach…Y?” pasó lo que no suele pasar nunca. Porque sin saber como ni porqué tropecé con algo que había bajo mis pies, viendo como las cigalas corrían y rodaban por el suelo en lugar de andar patas atrás. Siempre, siempre, hemos recordado aquella comida que nunca llegamos a probar.
Moraleja, que nosotros hemos comprobado: En un restaurante te sale un poco más caro y te evitas todos esos problemas.
ResponElimina... y no te quedas sola, con los "cacharros" de una numerosa vajilla.
Besos.
¿Que no probasteis?, no lo hicisteis por algo que has dicho, sois unos sibaritas, en mi caso un arroz de ese calibre se cae al suelo y nos ponemos todos a comer en el suelo, seguro que también se limpió el suelo para que se viera limpio cuando llegaran los invitados, si está limpio ¿porqué no?.
ResponEliminaSaludos
jajajaja pobre, de terror, de terror.
ResponElimina¡Una pesadilla y con tantas bocas hambrientas!
jajajaja
Pesadilla total.
Y lo peor es salir vivo de algo así :-)
Besos
Ay, pobre! Despues del trabajo de organizar comida para 14 y acaba en el suelo... Bueno, siempre queda la anécdota.
ResponEliminaBss.
ResponEliminaBueno, yo hubiera propueesto una nueva "moda", comer lo que no esté directamente en el suelo, los marisquitos y todo lo demás...les habría hecho reflexionar que cuando vamos al campo, la tortilla, los filetes empanados y todas las demás viandas, las comemos con tierra, alguna hormiga que otra, arena, si es que estamos en la playa...así que de poner "pegas", ni mijita, vamos, jeeeeeeee...
Una estupenda anécdota...y memorable.
Un besote.
¿Y no se pudo salvar nada? que pena, despues de tanto trabajo. Entiendo que no lo hayas olvidado. Abrazos
ResponEliminaajajjaja , perdón por reírme pero te imagino diciendo " esto no puede estar ocurriendo" la verdad que cuanto más se esmera una en la cocina cuando tiene invitados algo falla siempre ..Bueno lo mejor es que las risas no faltaron y a ti no te paso nada .
ResponEliminaUn fuerte abrazo y feliz semana.
¡Wow!, por lo menos dejó una historia para contar
ResponEliminaImagino cómo te sentiste.
Un abrazo confortable
Ay Montse! que decepción!! me ha ocurrido...no con ese plato, pero en una situación similar. Divertida anécdota! espero de todo corazón si la anécdota es cierta, que se hayan atrevido a colocar las cigalas de nuevo en su lugar, servir, y disfrutar la comida como si nada hubiera pasado!
ResponEliminaGracias por tu divertido aporte, besito y buen finde
Ohhh qué terrible! Uno de los peores dramas para una cocinera que se precie! Y encima con tantos invitados! Pero claro, ahora sólo es historia jeje. Un abrazo
ResponEliminaVaya mala pata. Hay veces en las que todos los preparativos, y cuidados, no bastan, por alguna cosilla imprevista
ResponEliminaUn abrazo y feliz día
Me sacó una sonrisa el final. Una pena, cuanto esfuerzo para que todo termine en el suelo. Pero siempre son esos hechos los que hacen las mejores anécdotas, historias para contar.
ResponEliminaMe gustó mucho el relato.
Un abrazo desde Argentina.
Tienes razón J.L. trujillo: Lo mejor es el restauarante sin duda alguna. Pèro con mis parientes esta escusa no vale. Lo quieren todo perfecto y personalizado. No en vano cuando nosotros les visitamos hacen lo propio. GRAcias por tu bien pensada solución. Aunque esta vez no hubiéramos acertado. Un abrazo
ResponEliminaEmilio Manuel: Pués no ,no lo probamos, pasé por delante de una escalera Y alli pasó el desastre. Hubo QUE fregaR todas las escaleras, que como habia llovido, habian pasado todos por ahí.Si al menos hubiera tenido un gatito...!!! GRacias por comentar amigo. Un fuerte apretón de manos.
ResponEliminaES verdad Miryam, fué una comida terrorifica.Pero una vez rehechos del susto y el el enojo, nos reimos un montón y es la comida mas comentada.de todas las que hemos compatido a lo largo de los años.
ResponEliminaUn abrazo y mil gracias por comentar
Hola MAR: Te puedo asegurar que la anecdota quedó para siempre en nuestros recuerdos de família. GRacias por comentarme, amiga. Un besote.
ResponEliminaHOla Franconetti: imposible. Esta familia, a la que quiero un monton son muy puestos y no comen nunca en el campo, por no mancharse la corbata de Armani. gracias por el consejo y por tu cometario tan jocoso. Un besote grandote.
ResponEliminaBuenas Ester: Desde luego que no lo he olvidado. NI LO VOY A OLVIDAR JAMÁS,AMIGA MIA. Menudo susto te llevas y si te pasa una cosa así. Y menos mal que no recibí ni una quemedura! asi que aún gracais. Un fuerte abrazo
ResponEliminaHola CAmpirela. Una mala pata como aquella, no hace reir no y contenta estoy que no me hiciera llorar, porqué los 14 comensales los tenia y no sabia que darles de comer. LO arreglamos repartiendo una badeja de macarrones que habia hecho para las las niñsa que no quisieran paella, cortamos un poco de jamón y con unos postres
ResponEliminaabundantes, acabó la fiesta.
Gracias por tus palabras amiga Campi. Medio abrazo.
Si la historia quedó para siempre más. No hay fecha que nos juntemos a comer que no salga la dichosa paella. Mis hijos dicen que es el plato favorito para explicar,
ResponEliminaentre comensales. Y a reir se ha dicho!!! Gracias Ame por tu paciencia en esperar mi comentario. Un beso y un abarazo.
Buenos dias Mamaceci: Si fué un chasco en toda rrecla que después nos ha hecho reir mucho, Pero el susto estuvo y permaneció pk. aún hoy no me atrevo llevar algo caliente y de peso a la mesa. Un abrazo
ResponEliminaQuerida amiga Neo: Si, son de aquello momentos sdifíciles que cuesta mucho superar..Gracias por tu comprensión y cariño. Un fuerte abrazo.
ResponEliminaDesde luego, es cieto que siempre hay imprevistos y en lA cocina muChoS maS. LAS mujeres mayores sabemos bastante de estos imprevistos. Graciaa por darme tu opinión querida Aldaba Dos. Sonrisas y cariños.
ResponEliminaOgg, qué lástima. La verdad es que las cigalas me dan pena, pero no ne interesan demasiado, no disfruto del marisco como otras personas, pero el arroz me apasiona y no soportaría verlo derramado.
ResponEliminaBueno, seguro que ha habido otras comidas más ricas y que eso quedó en el recuerdo, como el disfrute de otras ricas comidas.
Un abrazo, querida amiga.