Un lugar entre montañas
Hace tiempo que no he escrito nada sobre mi tierra, mis orígenes. Y estE jueves Juliano el Apostata,me lo ha puesto en bandeja, porque me apetece contar cosas del sitio donde vi la primera luz, ahora hace 73 años. No voy a dar ningún nombre ni orientación alguna. Espero que lo comprendáis. Por supuesto la foto que manda nuestro conductor, nada tiene que ver con mi escondrijo.
Vine al mundo en un rincón escondido entre peñascos, bosques frondosos y distantes, de cualquier punto civilizado; sin carreteras y sin ningún medio de comunicación que no fuera animal. Naturalmente los pies de cada cual, también servían y estaban muy acostumbrados a andar por aquellos barrizales de distintos niveles y proporciones. Sin apenas calzados andaban siempre ligeros pues la grasa no estorbaba a nadie. Allí viví los 8 primeros años de mi vida, y a pesar de la dureza y del aislamiento, recuerdo aquellos años con inmensa nostalgia. Todas las casas que formaban el municipio estaban diseminadas irregularmente; algunas se veían y otras no. Lo escapado del terreno se lo impedía. Cada casa estaba llena de gente, pues en aquellos días todas las familias eran numerosas. Allí se hacinaban los abuelos los padres, los hijos, los hermanos y hermanas solteros y si había jornaleros también. Ademas cada masía tenia multitud de aves de corral, perros gatos y los animales de labranza, que a la vez eran los taxis que llevaban a los jóvenes a las fiestas, o al pueblo mas cercano al mercado semanal (dicho sea de paso, cuatro horas de ida i cuatro horas de vuelta).
No existían las envidias porque nadie tenia nada. Pero siempre había un botijo de agua fresca a mano y un hogar caliente, para el que lo necesitara cuando reinaba el duro invierno. Las puertas de las casas estaban siemrpre abiertas de par en par. Había vida y se notaba en todo: la gente se movía e iba de aquí para allá. Llevar media docena de huevos o un cántaro de agua de la fuente. Se oían los cantos de los labradores, la mujeres con sus palas de madera azotando la ropa para hacerla mas blanca, los leñadores cortando leña, el doblar de la vieja campana de la pequeña iglesia románica todos los mediodías, los cazadores también aportaban su griterío a los perros para hacerles perseguir con mas ceño a una liebre o una perdiz. Una música especial cuyo eco se ha desvanecido para siempre.
Mi mirada de niña, no podía darse cuenta de lo difícil que era sacar las cosechas adelante, para llenar la despensa. y mi familia decidió marcharse de allí, por los colegios, No trasladamos al pueblo del mercado y allí pudimos cursar estudios hasta los 17 años. Para seguir con ellos aún había que ir mas lejos. Bastante.
El lugar quedó completamente desierto. Solo los javalíes, y aves rapaces rondaban por sus caminos y campo yermos.
En otra ocoasión que venga a cuenta o a petción de algún bloguero, explicaré el impensable y maravilloso renacer de mi viejo y agreste municipio.
Encantador relato. Debió ser – en esa época – un lugar apacible, con su tranquilidad, carisma y sencillez. Lejos del smock, el stress y el bullicio de las grandes ciudades. Pero como todo evoluciona, me quedo a la espera de leer el renacer de tu añorado municipio.
ResponEliminaAbrazo
Un relato entrañable, los recuerdos de la niñez siempre son tan gratos que no les afectan las dificultades de los mayores para sacar a la familia adelante. Un abrazo
ResponElimina¡Maravilloso!
ResponEliminaGracias por compartir estos recuerdos. Yo ya perdí a mis abuelos y añoro sus historias, incluso aquellas que hablaban de hambre y miedo, porque forman parte de nuestras raíces, las de toda la sociedad.
Un abrazo.
Esa es la vida que nos ha tocado vivir a muchos y muy parecido ha sido nuestro hogar primero, aunque la localización sea distinta.
ResponEliminaAfortunadamente, supimos entender la belleza, a pesar de las penalidades y siempre lo llevaremos en nuestro corazón.
Un beso.
Pero, ¿dónde es?
ResponEliminaen el lugar acaso en que inventaron
el color verde?
Qué bonito lo has contado. Qué vida tan sana para los niños y para los mayores pero éstos tenían los problemas, como tú dices, de las cosechas, de la falta de medios y de un trabajo duro porque entonces no había ayuda con los electrodomésticos. Pero me parece una vida muy apetecible.
ResponEliminaUn beso.
El relato es precioso Montserrat! Me ha recordado a las historias sobre su vida que me contaba mi abuela que también vivió en un lugar y de un modo parecido solo que de la provincia de Salamanca que es de donde proviene mi familia. Era una vida muy, muy dura.
ResponEliminaUn beso
Si algún bloguero lo pide, dices. Pues lo pido formalmente. Me ha interesado mucho lo que has contado y como lo has hecho y sí, me gustaría saber más.
ResponEliminaUn cariñoso abrazo.
Que precioso el lugar y la forma como lo describes, ideal para pasar la infancia. Yo hice el camino a la inversa, deje la ciudad y me fui a vivir a un lugar similar porque me parecio que era el mejor lugar para que crecieran mis hijas, claro que en el pueblecito que yo elegi si que habia escuela. Una infancia en comunión con la naturaleza es inolvidable y mas en aquellos años en los que nada se tenia pero en los que no faltaba lo mas importante. Besos.
ResponEliminaAlguien me comentó que luego de transcurrir los años, hasta las cosas que en su momento causaron dolor o molestias se vuelven tan nostálgicas que uno las extraña---No digo que no lo hayas pasado bien, pero por el relato , deben haber existido momentos duros aún para los ojos de una niña...
ResponEliminaBesoss...encantadora historia que espero sigas compartiendo con nosotros en otra oportunidad porque me parece muy digna de ser contada con pelos y señales...
Qué añoranza al leerte y aunque la vida fuera dura , las relaciones personales eran cálidas y eso es lo que transciende en tus palabras.
ResponEliminaMe ha gustado mucho.
Hola Yessy: Por aquellos años de postguerra, no sabia nadie todavÍa que era el estrés ni el smog, ni tan siquiera en las ciudades mas grandes Y con industrias,(pocas). Pero alli arriba era como vivir en una nube.
ResponEliminasobretodo la gente menuda. Gracias por comentar. besosssssssss!!!!
Ester:esto que comentas, es la pdura verdad. Si tuviera que vivir ahora en equellas condiciones, seguro que no lo aguantaria.
ResponEliminaGracais y mucha salud.
Esther Planelles. Las batallitas que explicamos los abuelos, aunque no te lo parezca, son necesarias para saber de primera mano las cosas del pasado. Porque de padres a hijos se van conservando las tradiciones que hacen a un pueblo y su identidad.
ResponEliminaGracias por el comentario, y feliz finde.
Hola Jenofonte. pareces contrariado, no te preucupes, pronto te enterarás-
ResponEliminaGracias de todos modos por pasarte. Un saludo muy cordial.
Juan L.Trujillo. si señor, aquella época forjó personalidades muy notables. El hambre nada tiene que ver con el cerebro. Por el contrario,el trabajo y el sacrificio que supusiron muchas situaciones. luego revirtieron en ventajas.
ResponEliminaGracias por tu amble comentario. Un abrazo.
Hola Leonor: no recuerdo ver a mi madre ni a mi abuela utilizar.
ResponEliminaelectrodoméstico alguno, para empezar no teníamos corriente electrica. Un beso cariñoso.
Gran verdad en tus palabras Charo. Fueron tiempos muy duros, difíciles,y grises.Lo fueron igualmente en Csstilla, en Andalucia que en Cataluña. Te mando mil besos, guapa.
ResponEliminaHola Molí: si que es casualitat, que haguem viscut la vida partint de llocs tan contraposats. Lo teu té merit, lo meu no ho vaig triar. Moltíssimes gracies per deixar el teu comentari.Reb una forta abraçada.
ResponEliminaJuan Carlos: pues hoy mismo o mañana, publicaré la segunda parte de mi entrada de ayer. Gracias amigo. Un fuerte abrazo.
ResponEliminaDiva de noche: Mira no se echa de menos aquello que no se conoce. No Habia muñecas para jugar, pues recuerdo que mi madre les cosía unas faldas a un manojo de paja que entones sevia para protejer als botellas de chanpán. mis hermanos jugaban a pelota con un muñón de trapo. y así sucesivamente,
ResponEliminaGracaias y un besito-
Hola Tracy: en aquel contexto, las relaciones personales eran cálidas y entrañables. Se aprendia a vivir de una forma natural sana y espontánea. Por nada cambiaria aquellos recuerdos de los años rancios y miserables. Abrazos y graciaspor comentar.
ResponEliminaIndependientemente del momento, tus recuerdo son preciosos y en un ambiente que, aunque pudieran ser duros, nadie te amarga esos momentos bonitos, ni aquello que tus ojos vieron y que te marcó para sera la personita que ahora eres.
ResponEliminaUn placer recorrer a tu lado estos paisajes y esos recuerdos.
Un beso enorme.
Muchas gracias por tus amables palabras amiga Mag.No merezco tanto, de veras.
ResponEliminaTe deso un fantástico fin de semana, con amor y armonia con tus allegados.
Entrañable y lleno de añoranza y calidez,
ResponEliminatu relato.
Un abrazo
Gracias Myriiam,por tus palabras,que me suenan muy bién. Justo lo que pretendia transmitir. Un abrazo.
ResponElimina