SOPLOS, BRISAS Y OTROS VENDAVALES

   
     

Entrada especial para los jueveros que preparan con ahinco e ilusión su reunión anual en Jaén.

Aquella ventisca del norte amenazaba con echar a perder la fiesta. Julita estaba nerviosa, irritada, y harta por tanto aire y tanto remolino. Aquel tenia que ser el día mas bonito de su vida. Y el viento se lo llevaría todo por delante sin remedio. Permanecía inmobil  debajo de un soporte que sostenía parte del entoldado que se había colocado para la ocasión. Allí los invitados, tenían que tomar el  aperitivo  y después de la comida que seria servida en el salón principal, allí volverían, para el baile que había previsto y organizado ella misma.  Se preguntaba, como podría resolver y ordenar aquel desaguisado. Porqué la lluvia se puso a caer torrencialmente, otra vez y delante de su manifiesta impotencia. Y ni se podría poner  su traje de novia!!! Tan bonito!!! Tan caro !!!
 Las tormentas del verano, nunca o muy raras veces se daban, en aquellas latitudes. Pero el tiempo es caprichoso; le gusta dar la campanada, y en aquella ocasión gozó, y se recreó en aguar el evento. Hacia sólo un par de meses que en una reunión del trabajo, Julita se ofreció sin pudor i sin tapujos, a colmar los deseos incontrolados  de la pasión, que  encendió en el cuerpo de Felipe, en ausencia de su novia de toda la vida; la hermosa Mónica.
La tormenta se había desatado de antemano, cuando ésta supo, por el soplo de una amiga del embarazo de Julita al mismo tiempo, que se enteraba de la infidelidad de él.
Y es que el que siembra truenos recoge tempestades.