Desde el blog MOLI DEL CANYER, nuestra amiga nos invita a escoger un tema entre las fotos que ilustran su entrada. Son todas bonitas pero a mi me han llamado la atención dos de ellas: La última, un beso entre dos personas que se quieren, y la antepenúltima, una chica trabajando de recadera, en bici y con su hijito de meses en brazos. Impactantes las dos.
La primera, no tendría nada de particular si no fuera porque los dos chicos homosexuales, no son de la misma nacionalidad, religión, idioma, ni raza. Pero ellos que se aman no les importa un rábano. Son un israelita y un musulmán, enemIgos ancestrales, que llevan guerreando desde el año de la catapún, (1948,1967) principales conflictos con centenares de muertos. Los dos parece que pasan un pueblo de las opiniones de sus progenitores y les da lo mismo quien ocupe las tierras de la franja de Gaza. Ellos piensan que el amor triunfa siempre. Y no voy a ser la que les diga lo contrario. Enhorabuena, muchachos!!!
La segunda es también muy descriptiva. Quizás sea una imagen mas triste. Se ve a una jovencísima mamá que aún cargando con su hijito a cuestas y en bici (nada mas y nada menos), se dedica a un oficio mal pagado, que por las circunstancias que sean habrá tenido que aceptar. Lo deduzco porque nadie va por el mundo con tal incomodidad. Podría ser muy bien una madre soltera, una mujer maltratada, o una chica víctima de una violación múltiple. Pero no se la ve amargada que es un dato a tener en cuenta.
Querida Neogéminis: He elegido la frase de Victor Hugo porque me ha parecido que la hisiotria que he escrito es la que mas le va. Aparte de ser una frase que no la conocia y me ha encantado.
Aurora que acababa, su carrera de ingeniero de puertos y caminos. Había dedicado toda su vida a unos estudios que la absorbieron por completo. Justo le habia salido un trabajo interesante en los Astilleros de Santander. Allí empezaba unan nueva vida lejos de sus padres y demás familia que vivían en Zaragoza. Los días se le hacian cortos, y las horas le pasaban tan rápidamente, que le quedaban demasiadas horas libres. Había hecho algún amigo de la misma empresa y alguna amiga para ir al cine los domingos. A su veinticinco años esplendorosos, tenia una vida resuelta y fructífera, pero no sabia el porqué, no se sentía feliz. Había luchado para conseguir aquel estatus y cuando ya era suyo se aburría soberanamente. Un atardecer de Otoño, despejado, y con un sol que ya se iba al encuentro de otros paisajes, dejando una estela roja en el horizonte, tropezó con una losa que se había levando por encima de las otras. Cayó de bruces. Enfrente suyo venia un hombre alto, fuerte, y corrió hacia ella para levantarla del suelo. Otros caminantes que pasaban, por allí acudieron en su ayuda, pero viendo que ya era atendida, por aquel chico siguieron su camino sin mas. — Madre mía! Te has lastimado?, le dijo, cogiéndola del brazo para ayudar a incorporarse. Pero la caída no había sido poco cosa y viendo que no podia caminar, pidió un taxi y la acompañó a Urgencias. El médico la hizo radiografias, y resultó que tenia un hueso del tobillo con un esguince. y eso duele mas que una rotura según le dijo el doctor. Además hay que cuidarlo con medicación y reposo Y el chico allí de plantón. Queria irse pero ella no le dejaba. — Espera un momento porfa, te he de abonar el taxi y además darte las gracias por haber sido tan amable conmigo, vaya si tienes un minuto, -le dijo Aurora-. — Si que lo tengo, si. Ademas sola tampoco podrás caminar, asI que te acompaño a tu portal. Donde vives? . . . . . Cuando llegaron al portal de su casa cogidos del brazo, el le había contado, toda su vida y ella también. Encajaban. Se gustaron desde el primer momento y pronto se dieron cuenta que estaban hechos el uno para el otro. Empezaron una nueva etapa mucho mas placentera y romántica y vivieron un amor apasionado y feliz.
