Nuestro querido amigo y colega Gustavo, nos da la oportunidad de escribir sobre Roma, lo cual para mí representa un enorme placer porque ésta es una ciudad que me encanta. Roma es, en sí misma, un tratado de historia. Un gran pliego de planos de arquitectura, otro montón grande, de dibujos de pinturas increíbles, enormes cantidades de diseños de fuentes famosas muchísimos esbozos de maravillosas esculturas amén de unos códigos filosóficos muy notables, y que siguen rigiendo en nuestros tiempos, como modelo de convivencia. Roma es la cuna de nuestra civilización. Es el principio de los grandes pensadores, filósofos, oradores ilustres y sagaces estrategas políticos. Han sido pioneros en todas las artes. A ellos debemos puentes, acueductos caminos, murallas y muy especialmente el arte de guerrear. Conquistaron toda la Europa Oriental y sus construcciones en estas tierras, siguen en pie y algunas prestándonos servicio todavía, y todas nos generan unos beneficios remarcables. Porque para visitar sus teatros sus foros, sus acueductos, los turistas nacionales y los foráneos hacen colas ante estas piedras de más de 3000 años. (Si se piensa que EEUU, en compración su historia solamente se remonta a 300 años), no es extraño que quieran y se lleven olivos, para poder presumir ante sus amigos, de poseer algo antiguo, una vez trasplantados en su jardín Roma con sus plazas sus avenidas y un sin fín de monumentos esparcidos por toda la ciudad, es un lugar con encanto y personalidad. Los bulebares, las tiendas de moda con unos diseños especialísimos de de ropa y calzado, bién merecen un punto y aparte. A sus gentes no les importa que se las oiga más de de la cuenta. Ellos saben que pueden hacerlo, porque tienen conciencia de donde proceden, y los derechos que les asisten Su circulación caótica como su vocerio son la parte mas divertida de su carácter llano y alegre.
Hacía solo una semana que había llegado de Venezuela, su país natal.Venía con unas compañeras para hacer un tour por Europa, como el premio que ellas mismas se habían otorgado como final de carrera. Todas estaban eufóricas y maravilladas con todo lo que veían. Hubo una, Maria Celia, que al llegar a Venecia dijo: Yo aquí me planto. La impresionaron tanto los canales, como los palaclos, su gente tranquila, sus góndolas y sus gondoleros, que decidió, quedarse. Fue como descubrir otro mundo, otro concepto de vida. No se cansaba de pasear por sus calles y puentecillos y alucinaba con todo. sus compañeras regresaron a su país pero ella no quiso moverse. Estaba segura que su corrículum era lo sufciente brillante. Y así fue, empezó allí a trabajar y se sentía la mujer mas feliz del mundo. Pasó el primer invierno, y al decir de todos era lo peor. Luego vendrían los carnavales, que según le contaban que era lo mejor de Venecia. En sus paseos por el centro, ella ya se había probado un disfraz de Maria Antonieta que junto con una máscara a conjunto se sentiría como un princesa, y quien sabe si algún cortesano se enamoraría de ella. Y llegó el dia D. María Celia, estaba por salir de su apartamento, una última mirada al espejo y se vió muy bella. Decidió ir caminando, así podría vivir mas intensamente el ambiente y la fiesta. Pero en un callejón algo oscuro, se desprendió desde una balconada, un trozo del hormigón viejo y desgastado, y que fué a dar con la peluca de la fancesa y su máscara cayó en mil pedazos al suelo donde ella se desplomó.
(Mi relato va de reyes y reinas. Espero que no te importe amiga Dotoea, conductora del Jueves 10 de enero de 2018).
Ella era la reina y se sentía como tal. Con su sola presencia llenaba todo el castillo. Dueña de una mirada que traspasaba muros y fronteras.era adorada por sus súbditos.Los príncipes y reyes de la época se la disputaban. Todos querían casarse con ella, pero los rechazaba uno a uno sin miramientos. Amaba su capa de armiño y su trono de oro macizo con incrustaciones de piedras preciosas. Le gustaba su mundo y nadie podía ofrecerle más. Sabia por sus embajadores que no había en el mundo conocido, un salón del trono tan espectacular como el suyo y las vistas que se podían apreciar desde otro salón del mediodía eran alabados por todos los que la visitaban. Pero pasaban los años, todos sus pretendientes, se hacían mayores y la lozanía de su piel, iba perdiendo brillo y tersura.
Un buen dia llamó al castillo un poeta errante que solo sabia cantar unas sencillas composiciones suyas.Venia de tierras lejanas, del otro lado del océano, y su piel era aceitunada. Llamó a la puerta, y un criado le abrió y le dio unas monedas. Su Majestad la reina que paseaba detrás de los torreones, asomó la cabeza, para ver quién era le que osaba entorpecer su descanso matinal. Bajó de dos en dos los escalones de piedra de la escalera principal,y se quedó un rato par volver a oir aquella voz aterciopelada y varonil. Tan pronto estuvo delante del cantautor, ella, la grande. la altiva, la mejor y más bonita reina que ha existido, por aquellas tierras, su vida y sus sentimientos, dieron un vuelco de 360º, al encontrarse con un hombre que era sólo éso. Un verdadero hombre. que al mirarla la hizo sentir como lo que era. Una verdadera mujer. Así fue como él se convirtió en Rey.
German nunca olvidaria aquella tarde. Ni los nervios que pasaría, esperando de pié con su smoking hecho a medida, para la ocasión. Aunque los zapatos le oprimieran los dedos. Llevaba tanto tiempo esperando aquel momento, gastada tanta ilusión y tanto dinero en aquella empresa que le parecía imposible, que ya hubiera llegado. Era pués el momento, de saborearlo. Pensaba entre, mirada y mirada hacia la puerta de la Iglesia, con, su novia que aquel día se convertiria en su compañera para toda la vida. Porqué eso si, él era de los antiguos, de los que creen en el verdadero amor, es el que dura y permanece a través de los años. Y seguía mirando el final del pasillo, por si ya llegaba su princesa. y se quedó un poco más tranquilo después que un invitado se acercara y le dijera que esta espera que era de lo más normal. que las novias no acababan nunca de acicalarse, para su amado, en este día tan especial para los dos Seguían corriendo los minutos, y la tensión llegó, a su máximo nivel. Llamó con el mobil, le contesto su madre que le dijo que ella habia cambiado de opinión. No podía más era evidente que Susana le había dejado plantado,, al pié del altar. No fue el primero, ni sería el último en sufrir las consecuencias de unos cambios tan imprevistos como dolorosos. Sin hablar con nadie salió de la Iglesia, del Santo Pastor, a pasos agigantados, llorando como una Magdalena.
