EL RETRATO

  
       Lienzo de Ramón  Casas, pintor de la época nuevecentista barcelonesa. Yo no habia entendido bién el encargo de  Juan Carlos y viendo, que todos han optado por presenta y comentar cuadros famosos, yo también me he apuntado al carro. (incluyo, no obstante, el retrato pintado por mis palabras mas abajo).
        He escogido esta pinura de Ramón Casas, que me sugiere algunas cosas. Yo veo en él unos colores beiges difuminados, no demasiado claros,  que le confieiren una calidez y una intimidad remarcables. Me llama la atención la mujer de negro, desayunando sola, aunque sus compañeros,  es de suponer, no tardarán en reunirse con ella, o hace poco que se han ido; las copas están ahí  y la silla que se ve detrás de ella. al fondo un paisaje hivernal, con molino incluido.Un punto de color es el gorro que le da un todo más alegre y juvenil.  Y a destacar, la botella con líquido rojo que el autor ha colocado en el centro mismo de su obra. ¿Porqué?...

                                                  DUDAS Y QUIMERAS.                                           

        Aquel dia de Viernes Santo, lluvioso y gris, Antonio subia las escaleras de la Iglesia. Con paso lento pero decidido, pisando fime sobre las piedras lisas y gastadas de los peldaños. Pensativo hacia sus cálculos y sacaba pocas conclusiones
        Si su mujer le engañaba con aquél maestro recién llegado, y que todos señalaban como cierto, tenia que tomar una decisión rápida y ejemplar. Pero dudaba, porque su mujer, era muy considerada por todos. Una mujer seria, limpia y escrupulosa, buena administradora, y mejor esposa y madre. Un mujer  con todas estas cualidades, no podia, a su entender, hacer una cosa semejante.
       ¿Y si aquel bulo que habia llegado a sus oidos, no era cierto? Pero  ¿como lo iba a saber? a ¿a quien se lo podia preguntar?...imaginaba también el ridículo que supondria para un hombre como él, con fama de serio y de gran entereza, actuar ligeramente, sin la  total seguridad de la ofensa.
         La subiida a la Iglesia, le hizo soplar.  Se mantenia joven y dinámico, pero peinaba desde  hacia tiempo cabellos grises, y su mirada apagada lo delataban. Ya no era el tipo dicharachero y simpátioo de antaño. Ahora sabia escuchar más, y ser mas priudente y sensato. Aunque la sensatez, la habia cuidado desde siempre  con esmero.  Por eso mismo, tenia que asegurarse muy bién de tomar la decisión correcta.
          Empujó el grueso portalón de madera, que le pareció mas chirrioso y viejo que nunca, y avanzó por el medio de los bancos todavia vacios de beatas y de feligreses, respirando todo el humo i el fuerte olor a cirios quemados. Allï estaba sin saber porqué ni lo que tenia que hacer.
          Ante el Altar, solo, erguido como un palo, la sonrisa que lucia habitualmente se habia convertido en un semblante agrio y foribundo. Y se quedó un buén rato esperando una señal que creia encontraria allí.