Relatos jueveros.
Estaban muy enamorados, eran jóvenes y se amaban con profunda pasión. Vivían en una choza flotante sobre el rio Solimoes, Brasil. Solo hacia seis meses que el chamàn del poblado les habia casado, y ya empezaban a pensar en la combinación de nombres que le pondrian a su primer hijo. Cada dia se dedicaban a escuchar los latidos del corazoncito del bebé con la ilusión, del que sueña y espera un milagro que sabe que llegará. Se sentian tan felices,que en cualquier momento, saltaban y bailaban a ritmo de samba. El trabajo allí se hacia muy duro. Los hombres de trasladaban en canoa por los inciertos senderos que se formaban de entre los árboles, donde estaban fuertemente atadas las chavolas para que no les llevara la corriente de aquel gran rio afluente del Amazonas. Las barracas eran frágiles. Hechas de tablones de madera, apenas una pequeña entrada con un descansillo que hacia las veces de tarraza o de recibidor. Esto ocurria solamete en al época del monzón. Las aguas que llenaban aquel immenso valle, eran del color de la Coca-Cola, por el pigmento de las hojas, que al quedar tanto tiempo sumergidas teñían, todo el caudal del rio Era un fenómeno cíclico, i cuando las aguas subian era al momento de cerrarse en casa a descansar. Pero como el muchacho, tenia inquietudes para mejorar su situación, trabajaba lo mismo que cuando se movian encima de la tierra firme.
Estaban muy enamorados, eran jóvenes y se amaban con profunda pasión. Vivían en una choza flotante sobre el rio Solimoes, Brasil. Solo hacia seis meses que el chamàn del poblado les habia casado, y ya empezaban a pensar en la combinación de nombres que le pondrian a su primer hijo. Cada dia se dedicaban a escuchar los latidos del corazoncito del bebé con la ilusión, del que sueña y espera un milagro que sabe que llegará. Se sentian tan felices,que en cualquier momento, saltaban y bailaban a ritmo de samba. El trabajo allí se hacia muy duro. Los hombres de trasladaban en canoa por los inciertos senderos que se formaban de entre los árboles, donde estaban fuertemente atadas las chavolas para que no les llevara la corriente de aquel gran rio afluente del Amazonas. Las barracas eran frágiles. Hechas de tablones de madera, apenas una pequeña entrada con un descansillo que hacia las veces de tarraza o de recibidor. Esto ocurria solamete en al época del monzón. Las aguas que llenaban aquel immenso valle, eran del color de la Coca-Cola, por el pigmento de las hojas, que al quedar tanto tiempo sumergidas teñían, todo el caudal del rio Era un fenómeno cíclico, i cuando las aguas subian era al momento de cerrarse en casa a descansar. Pero como el muchacho, tenia inquietudes para mejorar su situación, trabajaba lo mismo que cuando se movian encima de la tierra firme.
Todos los dias al llegar del trabajo, remaba más fuerte y silvaba para que su mujer le oyera para saludarla y enviarle con la mano los primeros besos.
Aquel dia, nadie atendió sus llamadas, le extrañó el silencio, no se oian ni pájaros ni los chillidos ensordecedores de la comunidad de chimpancés. Le extrañaba aquel silencio espectante. Se fue acercando sigililosamente, se asomó y lo que vió le dejó mudo, allí se encontraba ella, aunque no estaba visible. Al entrar lanzó tal grito de terror y muerte, que se hizo sentir por todo el Matto Grosso. Reposando sobre el suelo de madera un serpiente pitón, con un gran bulto,en su estómago que la impedia salir por la puerta.Y alli estaba, durmiendo tan tranquila y relajada, haciendo la pesada digestión.
Mas malos tragos en casa de Alfredo.
Mas malos tragos en casa de Alfredo.