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dijous, 29 d’agost del 2013
Hoy es jueves: hay relato
EN EL NOMBRE DEL AMOR
Seguramente que en el sagrado nombre del amor se habrán cometido a lo largo de la historia, verdaderas atrocidades. Estoy convencida de ello. Cuantas madres, por decir alguna, no aprueban jamás las relaciones que sus hijas, destruyendo noviazgos, rompiendo matrimonios para que éstas vayan envejeciendo a su lado. Las guarda para sí, con toda la intención de tenerlas a mano, para que la cuiden cuando las necesite. Han habido suicidios colectivos, dirigidos por un gurú, que mentaliza a sus seguidores para que no sufran mas, porque dice que les ama tanto…!!! Por vengar a la madre, algún padre sacrifica a sus hijos porque dice amarlos y que si están con ella serán unos desgraciados, y ni puede soportar verlos vivir con su mujer.
Pero afortunadamente el amor, tiene otras caras mucho mas amables, alegres y felices. Ver a una parejita de tortolitos mirándose a los ojos, emociona. Contemplar como amamanta a su bebito una madre joven, o presenciar, los arrumacos de unos viejecitos y ver como se sonríen y se hablan, cómplices y aún enmorados tras muchos años de convivencia, es una delicia. Saber que un hermano le da al otro su hígado para que se recupere de su enfermedad, aún a riesgo de su propia salud.
Esto sí, que és lo que se hace en nombre del amor y es lo que le da sentido.
Porque el amor no tiene nada que ver con el egoismo, el con afán de protagonismo, o con la venganza. Sino que és dulce como la miel, suave como la seda, tierno e inocente como un bebé y paciente como un santo Job.
dimarts, 6 d’agost del 2013
M E T R Ó P O L I S (historia juevera)
Mathias se encontró perdido entre tanta gente, tanto coche ya tanto de todo. Al salir de la boca del metro, que había cogido una hora antes en un barrio periférico donde había ido a visitar a sus tia. Para ir de paso, a pasearse, por Chicago que no conocía
Solo al asomarse, aquel infernal ruido infernal, aquel, movimiento continuo de gentes apresuradas, y pensamientos inciertos, y aquella atmósfera densa de no saber de qué, le mareaban.
La cabeza le daba vueltas y no sabia por donde tenia que tirar. Se sentó encima de
la baranda metálica del metro, al lado de los vendedores ambulantes de boletos y esperó unos minutos para intentar centrarse. Estaba sorprendido, y se quedóde una pieza. Ya lo habia visto en películas... pero vivirlo al natural, era otra cosa.
Y Mathias no era un chico tonto, al contrario. Pero aquella visión lo dejó anonadado. pasmado.El que hasta los17 había vivido siempre en una granja del Sur, tenia ganas de conocer una gran Metròpoli. Pero aquello colmó todas las espectativas que tenia puestas en ello.No sabia donde mirar Todo era cemento, cristal, autos y un amplio abanico de colores i flashes de los anuncios comerciales. y los rótulos de las tiendas y grandes almacenes. Mirar al cielo para no ver nada...! además mareaba!!!
Enseguida lo tuvo claro; andó unos15 minutos, sin perder de vista la estación del metro por donde había llegado. Encaminó sus pasos hacia ella, no sin antes haber sido tentado para el juego sexual, para comprar droga para jugar a las cartas y para comprar mil y una cosas que no le hacían puñetera falta.
Decidió que volvería en otra ocasión, más adelante. Mucho más adelante.
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