UN PEQUEÑO PROBLEMA, "DE NADA."

                                 (de la serie los viejos viajes)

Nos quedamos tan helados que nadie reaccionaba. Yo ,me puse las manos en la cabeza y los chicos enmudecieron de golpe. Empezamos a pensar soluciones, pero todo era malo. Renunciar a las  vacaciones, fue lo peor que se nos ocurría. Mi marido que es hombre de carácter templado, nos escuchaba, mientras por su cabeza, le iba llegando una una idea digna, del profesor Franz de Copenhague (Esta descripción la entenderá como nadie, mi amiga Montserrat Llagostera) el dicho profesor era un personaje del TBO, que hacia unos inventos, de lo mas surrealistas, que se pueda s imaginar. Y a él se le ocurrió una cosa semejante. Llevaba unas pocas herramientas como todo buen mecánico, que se precie. Tomó el mando de la situación y empezó a trabajar i desmotar el  motor. Nos mandó a mi hijo y a mi, a Milán. Previamente telefoneamos a un taxi, con al ayuda, del  señor de la gasolinera,  y nos marchamos los dos con el encargo de buscar una pieza,  imprescindible, para el invento. Vaya aventura! Porque en el més de Agosto, en Italia no quedan ni los ratones, todas las tiendas de recambios cerradas. Y vueltas y mas vueltas, y sin podernos entender porque tan fácil que parece el idioma,  puedo asegurar que no lo és nada. Por fín encontramos lo que buscábamos. La junta que después de haber recorrido, todas las tiendas y de haber agotado todos los recursos. Aquello fue un auténtico master de  italiano acelerado. Mi hijo me decía: Mamá  hablas tan bien italiano, que ni yó, te entiendo. Hasta aquel dia ni valoré lo que era tener un marido mecánico. Otra persona le pasa algo parecido, y no solo se quedan sin vacaciones, si no que han de repatriar el coche, y tomar todos el avión, para regresar. Una ruina, vamos.

Una vez solucionada la averia, con una chapuza, digna de un gitano, pusimos a prueba el invento, y partimos  para el camping, y allí ya decidiríamos como coordinar la nueva situación. Con todo el sigilo, mi marido conducía como si aquello tuviera que explotar. Pero no lo hizo. Entonces, fue cuando yo perdí los papeles, y la tensión que había acumulado, esta si que explotó.

Una visita muy oportuna, avisada por no se quíén, hizo acto de presencia en la casita .Eran los catalanes que me consolaron a mí que estaba hecha un mar de lágrimas. Unos señores que llevaban muchos años viajando en caravana pero iban dos hermanos i respectivas familias. Y nos explicaron, que ellos estaban subiendo hacia el cabo norte, y que en un descuido por dejar el gas encendido,, se les quemó una carvana con el equipaje i todo dentro. Y que esto no les acobardó para nada i que no estuvieron dispuestos a renunciar a las magníficos viajes que este sistema, les permitía. El mundo es pequeño.!!!