Dublin.
A Mrs. Campbell, los oschenta años ya le quedaban muy cerca, pero a pesar de sus achaques y dolores articulares por todo el cuerpo, ella insistía en permanecer sola en su casa con su canario que alegraba con sus trinos las frias mañanas del invierno. Un hijo suyo vivía en un pueblo cercano, y la visitaba todas las semanas. y aunque se lo habia propuesto más de una vez, no quería ir a otro hogar. Ella queria vivir sola y tan libre como su canario. (que, por cierto jamas salió de la jaula).
Y así pasaban los días plácidamente en aquel barrio de la ciudad irlandesa. Todas sus vecinos eran tan viejos como ella y las casas, que habitaban habían sido decoradas desde hacia mucho mucho tiempo. Sabia y olia todo a rancio, todo a antiguo o a vintage, como ahora se dice. Pero sucedió que llegaron, a pertubar la paz, sin saber como, ni de donde ni el porqué, Todos vestían unos ropajes, raros y escuetos y hablaban de manera muy diferente. Y según parece, tampoco nadie les había invitado
Mrs. Campbell, estaba muy extrañada por la presencia en sus calles de tanto personal, polulando y fotografiando todo. A ella, a su puerta, su picaporte y sus ventanas, ajadas por mil vientos y también espiaban las casas de sus vecinos. A quella feria no le gustaba nada. Todo tomaba el aspecto de un gran mercadillo de Outlets.
¿Que seria tal desaguisado?….Despues de mucho pensar y ver noticiarios llegaron a una deducción cierta: Eran los TURISTAS!!!
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dimecres, 28 de juny del 2017
dijous, 8 de juny del 2017
HELADOS PARA LOS JUEVEROS
Helados de chocolate y vainilla.
Toñita bajaba las escaleras de la calle de su casa, de dos en dos, que la llevarían a la plazoleta del chocolatero. Este lugar se llamaba así, porque desde hacía varios años, se estableció en una de su esquinas, un churrero que se llamaba Damián, y que preparaba unos churros con chocolate deliciosos. El hombre se especializó en esto y era conocido en toda la comarca, y hasta por las fiestas patronales que eran por S.Juan, aún se los pedían. A pesar del calor. Tal era su exquisito gusto y textura. Toñita aquel día iba a comprarse uno pero oh! sorpresa: La churrería se había convertido en un puesto de helados moderno y brillante por los focos y la limpieza extrema, donde atendía un joven de unos veinte y pocos años. alto guapo, y simpático, que en su placa ponía: “Damián junior”. con su visera puesta y su habilidad manual, despachaba tantos helados,que también a él, el negocio le sonrió.
Desde aquel día, todos los vecinos del barrio, comenzaron a saborear los helados de Chocolate y de diez gustos más. Eran igual de sabrosos que el chocolate del viejo Damián, que sin duda algo había tenido que ver con el sabor tan peculiar de este producto, cuando salía de sus pucheros.
Toñita bajaba las escaleras de la calle de su casa, de dos en dos, que la llevarían a la plazoleta del chocolatero. Este lugar se llamaba así, porque desde hacía varios años, se estableció en una de su esquinas, un churrero que se llamaba Damián, y que preparaba unos churros con chocolate deliciosos. El hombre se especializó en esto y era conocido en toda la comarca, y hasta por las fiestas patronales que eran por S.Juan, aún se los pedían. A pesar del calor. Tal era su exquisito gusto y textura. Toñita aquel día iba a comprarse uno pero oh! sorpresa: La churrería se había convertido en un puesto de helados moderno y brillante por los focos y la limpieza extrema, donde atendía un joven de unos veinte y pocos años. alto guapo, y simpático, que en su placa ponía: “Damián junior”. con su visera puesta y su habilidad manual, despachaba tantos helados,que también a él, el negocio le sonrió.
Desde aquel día, todos los vecinos del barrio, comenzaron a saborear los helados de Chocolate y de diez gustos más. Eran igual de sabrosos que el chocolate del viejo Damián, que sin duda algo había tenido que ver con el sabor tan peculiar de este producto, cuando salía de sus pucheros.